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domingo, 18 de marzo de 2012

Crónica de un Elías de Mendelssohn

El montaje del Elías de Mendelssohn del que hablamos hoy es un proyecto de la Fundación Excelentia en el que están involucradas la Orquesta Clásica Santa Cecilia y La Sociedad Coral de Madrid y que culmina en un concierto programado para el día 16 de marzo de 2012.
 

    Sin embargo, el proceso de preparación comienza a primeros de septiembre cuando el coro empieza los ensayos de los muchos números de que consta la obra. La edición que se va a usar es la Bärenreiter urtext y los preparadores serán en principio Javier Corcuera y Nacho Rodríguez. Más adelante se incorpora también Miguel Ángel García Cañamero mientras que Javier Corcuera se desvincula del proyecto.

Comienza el trabajo
   Al principio se alterna en los ensayos la preparación de la segunda sinfonía de Mahler que se pudo interpretar en el Auditorio Nacional en noviembre del 2011. A partir de esa fecha la preparación del Elías es intensiva. Llegados a Navidad todavía quedaban números por leer y a la vuelta de vacaciones empezaba a cundir cierta preocupación por el ritmo de aprendizaje.
    A finales de enero, con todo ya práctica mente leído, empezamos a ir viendo que las piezas sonaban cada vez mejor. Nacho Rodríguez es el responsable de ello pues el coro se siente bien guiado por él. Seguramente al cuitado director le resulta cansino pedir tantas veces silencio durante los ensayos, pero hay que concluir que se avanza.

El curso de Ashworth
     Por fin, a finales de febrero, el coro puede beneficiarse de un curso intensivo de fin de semana con Alexander Ashworth para trabajar unos cuantos números con buena práctica de técnicas vocales, desinhibición e interpretación. El curso de fin de semana fue un éxito y todos quedaron muy complacidos con el trabajo realizado, Además, los números trabajados quedaron muy afianzados y desde el punto de vista de la motivación tuvo un efecto extraordinario.
     En los ensayos de finales de febrero y primera mitad de marzo se ven muchos números en cada ensayo y se empiezan a trabajar los cuartetos que serán interpretados por miembros del coro. Los compañeros que no participan en estos cuartetos ven con admiración el arrojo de los voluntarios. Porque cantar así en el Auditorio nacional delante de tanta gente no es ninguna broma para un aficionado.

Los ensayos con Ragnar Bohlin
 
     Y llega la semana del concierto. El lunes 12 y el martes 13 de marzo son los ensayos con el director del concierto Ragnar Bohlin. Persona simpática, extraordinariamente agradable y de una profesionalidad y sensibilidad que el coro percibe desde el primer momento. Se entiende que  el director del Coro de la Sinfónica de San Francisco ha de ser un gran músico y podemos percibirlo sin ninguna dificultad. El primer día llega tarde por causa de algún retraso en el vuelo. Asombra pensar que alguien que llega de tan lejos en avión y sin descansar ni un minuto se pone a dirigir un coro hasta las diez y media de la noche. El martes prueba con el coro unos ejercicios de voz y entonación memorables, de gran musicalidad y exquisitamente acompañados por él al piano. Cada día se ve una mitad del oratorio. Sus correcciones incluyen insistencia en la correcta pronunciación del alemán, fraseo y acentuación. En los compases más expresivos pide un cierto vibrato, en el que no somos muy expertos. La petición suele acompañarla con gestos gráficos de ademanes de violinista o chelista. Es muy exigente con la afinación. En algún momento hace ver al coro la especial dificultad que entraña afinar los segundos, sextos y séptimos grados de la escala. Muestra como fallos de afinación que van apareciendo se corresponden con estos grados.

1º ensayo con orquesta
   El primer ensayo con orquesta comienza con mucho retraso por algún malentendido organizativo. El coro entra en silencio en la sala y puede asistir al último tramo del ensayo de los solistas. Hay que decir que todo el mundo comenta complacido la calidad de los mismos.
    El salón de actos del IES Ciudad Escolar no es adecuado para este tipo de ensayos y enseguida se ve. El coro está en el patio de butacas y la orquesta en el escenario. No entendemos bien cómo va lo de las entradas de las voces pues estamos lejos del director.
    Los cantores se han situado en las butacas de forma muy desperdigada. Poco a poco se van dando cuenta de lo poco adecuado que resulta esto y, sin que nadie diga nada, el coro se va reagrupando y acercando todo lo que se puede al escenario donde está la orquesta. En fin, al principio, los desajustes con la orquesta son constantes. Ésta casi no se oye desde las butacas  y sólo en algún golpe de timbal o de trompeta se ve que el canto va por detrás o por delante de la orquesta. El coro estaba acostumbrado a un director en exclusiva y ahora parece que las indicaciones son más para la orquesta y esto da pie a despistes. Además, con el texto en alemán los cantores miran más la partitura que la batuta con lo que el resultado es penoso. La ventaja es que obliga a mirar más hacia el director, lo cual siempre es conveniente. Poco a poco la cosa va mejorando. El octeto sale muy mal al principio, pero al hacer subir a los cantores al escenario la diferencia es abismal. Al bajar de él, los compañeros que se han atrevido con el octeto son aplaudidos por los demás. No da tiempo a ver toda la primera parte, por lo que en el próximo y último ensayo habrá que emplearse a fondo.
    Se nos dice que el próximo ensayo será en la sala de ensayo con  lo que esperamos que todo vaya mejor.

2º ensayo con orquesta
     También con algún retraso empieza el segundo ensayo pues al entrar el coro, sale la orquesta para su descanso. Efectivamente, esta vez se canta en la sala de ensayo que ya conocemos de otras veces. Cuando se empiezan a ver los números de la segunda parte se comprueba efectivamente que todo va muchísimo mejor, la orquesta se oye perfectamente y ayuda mucho  a seguir ritmos y entonaciones. Se trabaja mucho más deprisa y los ánimos cobran nuevos bríos.
    El coro puede apreciar en todo su esplendor la belleza de todos los números y la espectacularidad de los últimos. Dado que la orquesta debe ensayar su parte y sólo dispone de dos ensayos, no se puede dedicar más tiempo al ensayo de coro, lo cual es una pena porque, aunque las obras están más que estudiadas, elevaría el nivel de seguridad del coro, especialmente en las entradas.

Prueba acústica en el Auditorio Nacional
     La prueba es a las dos de la tarde y no se espera mucha asistencia de cantores. Así parece a esa hora en que no llegan ni a veinte, pero a lo largo de los diez o quince minutos siguientes se va sumando gente hasta formar un grupo bastante nutrido. Se diría que rondando el 75%. Para la hora que es no está mal.
Se repasan todas las entradas de todos los números, es decir las primeras líneas. Sólo hay hora y media para todo y se aprovecha de esta manera. El resultado es bastante satisfactorio y todo hace presagiar que el concierto va a salir bastante bien.

El concierto
   El coro está convocado a las seis de la tarde, es decir, hora y media antes del concierto. Las salas para cambiarse y dejar las cosas son las de siempre, unas salas de ensayo junto a la sala grande de ensayo del Coro Nacional. Esta sala no se podrá usar hasta las siete menos cuarto según se nos dice. Se han mandado instrucciones por correo electrónico para saber cuando levantarse y sentarse. Son muy detalladas, señalando el compás exacto en que hay que efectuar la maniobra. Se ve gente sentada apuntando en la partitura los momentos señalados.
    Ragnar Bohlin quiere hacer los ejercicios de entonación y un poco de ensayo y hay que apañarse en la sala que tenores y bajos usan para cambiarse, allí hay un gran piano Stenway y a él se sienta el director y con todo el coro reunido y ya vestido para la ocasión (hombres con traje y camisa negros y señoras de vestido largo negro) comienzan los ejercicios. Como ya tuvimos ocasión de comprobar, los ejercicios son ingeniosos y quedan muy bonitos con el acompañamiento pianístico. Se ve que Bohlin no sólo es director, antes es un buen pianista y consumado cantante de oratorio. Un músico muy completo que transmite confianza. Por fin se puede acceder a la sala grande de ensayo y se ven varios segmentos de algunos números. Todo parece ir bastante bien.
     Por fin, Bohlin sale para ir a cambiarse pues quedan veinte minutos para el concierto y Nacho Rodríguez nos da las últimas instrucciones. Salimos camino de las puertas de acceso y se forman las filas para acceder al escenario y los bancos de coro. Por una puerta bajos y contraltos y por la otra sopranos y tenores. En las filas primeras se colocarán las altos con los bajos detrás de ellas y las sopranos, con los tenores detrás.
    Comienza el concierto con un auditorio que parece lleno entre dos tercios y tres cuartos de su aforo. Los primeros números van bien, pero llegamos al n.5 con la entrada de bajos del "Aber der Herr sieht nicht" que es bastante vacilante lo cual  produce un cierto nerviosismo en el coro, pero la pieza transcurre por lo demás bien. La primera parte tiene algunos desajustes con la orquesta, pero el coro demuestra que se sabe bien la obra, pues a pesar de las poco claras indicaciones del director y el poco ensayo con la orquesta, el coro demuestra saber como corregir rápidamente estos desajustes. Al terminar hay aplausos y cuando salen el director y los solistas, el bajo mira complacido hacia coro aplaudiendo su actuación.
    En el descanso Nacho Rodríguez nos tranquiliza diciéndonos que la cosa no va mal a pesar de los fallos y que el sonido es bueno.
     Comienza la segunda parte con la famosa aria de soprano "Höre Israel", desde los bancos de coro no se oye mucho por estar a su espalda, pero se puede apreciar la calidad de la cantante. En seguida atacamos el coro n.22 "Fürchte dich nicht" que transcurre bien, el número 23, recitativo con coro, en donde se debe contestar a la soprano unas frases a lo largo del número, también sale bien aunque la orquesta resuena algo después de acabar cada una las frases. Pero, por fin llegamos al número 24 del "Wehe ihm" donde no se sabe bien que pasa pero a partir del compás 9 o 10 las distintas voces se pierden en la polifonía y hasta aproximadamente el 23 no se recobran. 13 compases eternos que parecen siglos. La sensación del auditorio lleno de gente que tiene ante sí a un coro perdido, que no sabe por donde va la orquesta, ni el director, es angustiosa. Afortunadamente, queda todavía buena parte de la pieza y el rotundo final sale bien. Hablando con gente del público a la salida, nadie pareció advertir nada, lo cual me parecía increíble. Lo que es seguro es que el coro queda en un estado de nervios considerable. No es explicable que pase esto en un número que nunca dio problemas de desajuste, ni en los ensayos con piano ni en en el de orquesta. La suerte también juega un papel. Como el coro conoce bien la pieza logramos recomponerla, pero el mal rato pasado es inevitable.
    A partir de ahí, vamos mejorando. El director mira con gestos de aprobación al acabar el coro siguiente y se va recobrando en lo posible la confianza perdida. En el número final hubo un pequeño amago de desajuste en la fuga que se corrige muy rápidamente y al acabar el "Amen" final el público rompe en aplausos. Director y solistas han de salir y entrar varias veces. Las dos sopranos del coro que han participado en cuartetos con las solistas salen a saludar por indicación del director y también los cantores que han cantado el octeto. Estos compañeros le han echado mucho valor y lo han hecho francamente bien, Las dos sopranos nuestras han estado realmente espléndidas. Los solistas aplauden al coro, que es ovacionado cuando el director le manda levantarse.
    Al ir saliendo del escenario en fila por la puerta está Ragnar Bohlin esperando junto a la puerta del camerino y va dando la mano a todos agradeciendo el trabajo realizado. Es un detalle muy amable que se agradece, Incluso posa pacientemente con algunas compañeras para fotos.
    Aparte del fallo del n.24 lo demás no ha ido mal. El coro ha aguantado los nervios, está aprendiendo a cantar en un escenario como este y la experiencia reciente ha de ser una buena lección para el futuro. Volvemos en septiembre con Mozart.

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