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domingo, 5 de agosto de 2012

Un buen cantor de coro

En el magnífico blog de música coral de Choir Place que tiene Chris Rowbury, hay una entrada especialmente interesante en la que propone un decálogo para ser un buen miembro de un coro. Como me ha parecido muy interesante, expondré su decálogo con los comentarios que considero oportunos:


El Decálogo de Chris Rowbury:

1.- Es preciso ser muy puntual.  Los coros tienen un horario con su hora de entrada. Sin embargo, como en el título de aquella película italiana, parecería que se queda en "verso sera". Es decir, se queda a alguna hora imprecisa a última hora de la tarde. La primera hora de ensayo es con frecuencia un continuo desfile de tardones que van incorporándose y no digamos los terrores que en algunos conciertos hemos pasado viendo que el tiempo se echa encima y sólo hay un tenor, o solo un bajo, soprano etc. para empezar a cantar. Dejando aparte la gente que llega tarde porque no tienen más remedio debido a horarios laborales, el desprecio por la hora es algo bastante endémico en este país de nuestros pecados. Sin embargo, por lo que dice Rowbury, esto no es exclusivo de España.
2.- Aceptar un serio compromiso. Los miembros de un coro se comprometen a un ensayo semanal (en algunos coros dos) y conciertos. Vemos con frecuencia gente que aparece para pasar una prueba y tras pocos ensayos no se vuelve a saber nada de estas personas. Igualmente hay miembros que asisten (muy) irregularmente o que te fallan en los conciertos. No me importaría contar al señor Rowbury la cantidad de veces que se ha discutido esto en reuniones de coro sin gran resultado. 
3.- Aceptar responsabilidad. Se refiere nuestro autor a la necesidad de estudiar. Es verdad que hay miembros que se presentan una y otra vez a los ensayos sin saberse las piezas y van trampeando como pueden, Pero como dice Rowbury: Si todo el mundo lo hace se acabó el coro.
4.- Desarrollar autoconciencia. Se refiere a la necesidad imperiosa de estar a lo que hay que estar. Si estamos en un ensayo es preciso estar con los cinco sentidos, con la necesaria concentración. Esta concentración te permite atender a tu emisión de canto, a tu propia postura corporal, respiración etc. El canto exige esta permanente auto percepción de estos aspectos. No deben perderse de vista.
5.- Tener confianza. El director es un figura importante y todo cantor debe confiar en él. Debe saber que aunque las piezas parezcan difíciles, el director cree que el coro puede con ellas. Hay que evitar frustraciones antes de tiempo: con trabajo, estudio y ensayos todo sale bien al final. En todo caso, si es imposible encontrar esa confianza, lo mejor es cambiar de coro.
6.- Atender. No distraerse. Aquí se pueden poner vicios de todo tipo como el permanente ojeo del smartphone, especialmente en horas de partido de fútbol. Sin embargo, el peor de todos los vicios es el charloteo. Podríamos caer en el tópico del desenfreno oral de las mujeres, pero el caso es que entre los hombres también se da. A veces es inútil que el director pida silencio permanentemente o que advierta lo cansado que es para la voz el charlar sin parar. Este es uno de los problemas mayores y uno de los puntos del decálogo que más dificultad presenta, sobre todo para algunos.
7.- Mostrar consideración por los demás. Un coro es un equipo y por ello no se admiten ni estrellatos ni primadonnismos. Hay que ayudar a los demás, especialmente a los nuevos. Rowbury no lo dice, pero esto creo yo que tiene mucho que ver con los puntos 1,2, 3 y 6. No debemos convertirnos en un lastre para el coro. Podríamos decir que la calidad la da el peor de los miembros del coro, el que menos estudia, el que menos asiste a ensayos etc.
8.- Escuchar cuidadosamente. Según nuestro autor cantar en un coro va más de escuchar bien que de cantar bien. Con estudio y dedicación todo cantor puede alcanzar buenos niveles de canto, por ello hay que atender mucho a lo que sucede en el coro como un todo. Es preciso escuchar a los compañeros de todas las voces y así encontrar la afinación precisa, volumen etc. No se canta bien si no se escucha bien.
9.- Tener un sentido del conjunto. Lo dicho en el punto anterior sirve para esto también. Es la importancia de las armonías la que exige este punto nueve. Hay que sentirse parte de un organismo vivo. No hay protagonismos.
10.- Sonreir siempre. Sorprende este final, pero Rowbury tiene razón. Ensayamos tras un día de trabajo, el compañero de al lado da notas falsas, el director repite y repite una frase, pero hay que sonreir. Estamos aquí para disfrutar y por muy en serio que nos tomemos el arte del canto, al final no consiste sino solamente en eso: cantar.