En la euforia desatada por los éxitos futbolísticos de la Selección Española se ha disparado una especie de nacionalismo deportivo henchido de orgullo patrio, por eso de que es muy importante que se juegue muy bien a este deporte.
De hecho, la importancia es enorme. Circula por ahí un vídeo tomado de un programa televisivo en el que un tertuliano apellidado Roncero, que por lo visto es bastante conocido como comentarista de fútbol, asegura que los españoles deben de abandonar la idea de ganar premios Nobel, dado que ni tenemos capacidad ni nuestro carácter nacional nos permite la constancia que el estudio y la investigación precisan. Según este conspicuo caballero debemos centrarnos en esto del deporte, para lo que somos superdotados dada nuestra capacidad innata para la pasión.
Corear consignas con una música mínima es algo casi instintivo. Es algo que se ha venido observando en los juegos infantiles o en las manifestaciones políticas. Lo interesante es ver que hay dos posibilidades de entrada:
- La música es inventada ex nihilo.
- Se aprovecha una melodía conocida.
En el caso que nos ocupa la cosa no deja de tener gracia porque la música de nuestro "Yo soy español etc." es una conocida melodía de una canción popular rusa:
¿Cómo ha podido pasar esto, con todas las melodías que tenemos a mano en este país para estos casos? Hipótesis:
- La melodía ha sido tomada, en su día, como botín de guerra por las tropas de la División Azul.
- La melodía quiere estar a tono con el color de la camiseta.
- Los cantores no tienen ni idea del origen, simplemente la cantan porque la habrán oído en alguna parte.
Veamos a los rusos de verdad atacando el Kalinka:
Oyendo la disciplinada armonía del Coro del Ejército Ruso cuesta reconocer el allegro moderato assai rustico e con voce d'asino del descuidado coro de hinchas españoles que parecen dar la razón al buen Roncero. La pasión desatada es incompatible con la música ni pretende serlo, más que pasión es la ubris griega. El efecto es devastador para gente como el que como suscribe que sufre una difícilmente controlable tendencia hacia la vergüenza ajena.
Valga el argumento de que este castigado pueblo español necesita una dosis de autoestima y de alegrías. Pero ¿de verdad que da para tanto?
Las verdaderas alegrías para este pueblo deberían venir de más sitios. Propongo pasear en coche descubierto por la Gran Vía de Madrid o la Diagonal de Barcelona a Manuel Castells que acaba de recibir el premio Holberg 2012 de Sociología, considerado el Nobel de esta disciplina. Suenen a su paso atambores y chirimías, sacabuches y bombardas. Despleguemos estandartes y pendones y muestren sus muslos las majorettes. Lancemos salvas al héroe científico que hace morder el polvo al triste Roncero.
En resumen, celebremos todo incluido el deporte (que alegrías da, si bien efímeras), pero aprendamos a dar importancia a todo aquello que puede mejorar nuestra vida de forma notable: La ciencia, el conocimiento y, si fuera posible, la política.
* Ver el video de Youtube: http://youtu.be/ODYiki9FMsg. Minuto 7:40.
yo solo aprecio las monodias acompañadas de chum-chum.tenemos que cantar el "yo soy español, español español" ya que el himno no tiene letra. es nuestro ultimo recurso para liberar nuestra pasión henchida de orgullo patrio... y hormonas desatadas.
ResponderEliminarjuan jr. hijo del portugués que no entiende de nacionalismo al ser inmigrante sin papeles